¿O "azul y oro"?
Para muchos la sangre tiene mil veces más valor que el oro, pero siempre hay opiniones que también son aceptadas.
A un día del superclásico Boca-River que terminó en empate, los hinchas de ambos equipos se mostraron desconformes con el resultado, un
Rivalidades, las hay diversas y numerosas, pero cuando una actividad despierta tantas pasiones como el fútbol los antagonismos se tornan atractivos.
No existe un momento preciso ni un detonante que haya marcado el comienzo de la rivalidad entre estos clubes, lo que si sabemos es que se desean las peores de las desgracias y el fracaso de uno es la alegría del otro.
Boca Juniors y River Plate hacen florecer fanatismos, resultando imposible que un hincha de Boca nombre a River como "Millonarios", y que a su vez reciba como devolución el mote de "Xeneizes".
La rivalidad es una de las bases del fenómeno deportivo, quizás mucho más que una base, sin ese condimento no existiría la motivación adicional que acelera las pulsaciones y aguza los sentidos, y nadie se tomaría el trabajo de sentarse a mirar un superclásico de ningún tipo, siquiera quizás en concurrir a un estadio.
Los rivales juegan en dos dimensiones diferentes: en una se odian y en la otra se aman, como se ama o se necesita al complemento indispensable.
La rivalidad también acompaña los procesos sociales e históricos, lo curioso es que perduren en el tiempo; Medio siglo atrás, los hinchas de River festejaban cuando Angel Labruna pisaba la cancha de Boca mientras se tapaba la nariz y hacía gestos de repugnancia. Boca-River es un partido que no importa cómo, pero hay que ganarlo.
Más allá de las diferencias el fútbol debe seguir siendo un espectáculo, evitando transformar los estadios en campos de batalla, si la vemos como lo que realmente representa, la rivalidad es esa pizca necesaria para darle el sabor justo al encuentro.
Resulta complicado exigir que el deporte sirva para entretenimiento y que las oposiciones no influyan entre los espectadores ni dentro, ni fuera del espacio de juego, nos estamos olvidando de compartir con quien tenemos al lado, de los valores más reconfortantes, de la amistad y la solidaridad; y por bronca y casi sin darnos cuenta nos sentimos desprotegidos y atacamos a quien piensa diferente.
Cada uno de nosotros debe ponerse la camiseta y jugar para el mismo equipo, y si hay rivalidades que sean agradables y puedan disfrutarse, que no sea un todos contra todos y sobre todo, que logremos frenar a tiempo esa guerra civil que parece por momentos tan cercana y a la cual, por suerte, todos tememos.
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